Viernes, 7 am. Comienza un nuevo día. Julio se va acabando. Verano. Dos titulares en las principales cabeceras de tirada nacional: “El verano no frena el paro: 1 de cada 4 personas, sin empleo” y “1.700.000 hogares tiene a todos los miembros sin trabajo”. Acudo a Amelie, que volví a verla anoche por quinta o sexta vez.
Medidas contra la ceguera política:
3. La noyée
5. La dispute
Pequeños placeres (Esperanza)
A los 5.693.100 de parados.
SINOPSIS
Amelie no es una chica como las demás. Ha visto a su pez de colores deslizarse hacia las alcantarillas municipales, a su madre morir en la plaza de Nôtre-Dame y a su padre dedicar todo su afecto a un gnomo de jardín. De repente, a los veintidós años, descubre su objetivo en la vida: arreglar la vida de los demás. A partir de entonces, inventa toda clase de estrategias para intervenir en los asuntos de los demás: su portera, que se pasa los días bebiendo vino de Oporto; Georgette, una estanquera hipocondríaca, o “el hombre de cristal”, un vecino que sólo ve el mundo a través de la reproducción de un cuadro de Renoir